martes, 11 de enero de 2011

Alfonsín se murió, lo enterraron cubierto de alabanzas

Raúl Ricardo Alfonsín se murió, lo enterraron cubierto de alabanzas. La muerte siempre enaltece a las personas, más aún los argentinos que necesitamos siempre de un líder denominándolo “el padre de la democracia”.

Durante su velatorio mucha gente dijo deberle a él la democracia. No hay dudas que fue un gran demócrata, como tantos otros, pero la recuperación de la democracia fue como consecuencias de muchos factores, los militares estaban en decadencia, el pueblo iba perdiendo el miedo y comenzaba a movilizarse. El régimen termina cayendo por causa de una estúpida guerra donde muchos de los chicos que fueron a Malvinas entregaron su vida.
Todas esas circunstancias que vivía nuestro país obligan la vuelta a la democracia, y el fundador junto al socialista Alfredo Bravo de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, Raúl Alfonsín, , un político de la izquierda radical, el 30 de octubre de 1983, cuando nadie lo esperaba, vence al peronismo, siendo electo presidente de una forma categórica, entusiasmando a millones de argentinos por la nueva democracia.
Alfonsín, fue el último que logró despertar esperanzas en el pueblo, logrando que la mayoría de los argentinos creyeran en un proyecto político en serio para acabar con el manejo implantado por los militares y cambiar el rumbo socio económico. En un primer momento intentó chocar contra los poderes, peleando contra muchos sectores militares, peronistas, sindicalistas, contra los grandes empresarios, la iglesia Católica, la Sociedad Rural, se enfrento al FMI, pero no siempre pudo sostenerlas, hasta que se resignó.
Es uno de los pocos presidentes a los que no se le puede reprochar ningún negociado ni enriquecimiento en provecho propio, recuperó cierto tejido social, creó la Conadep, sufrió trece paros de la CGT, soñó con trasladar la capital a Viedma, fue criticado al intentar privatizar una parte de Aerolíneas, Menem después la entregó.
Se realizó el juicio a los comandantes, pero después del levantamiento de carapintadas contra el poder elegido por el pueblo, tras decir “La casa está en orden”, “Felices Pascuas”, arrodillo a la democracia con la ley de obediencia debida, dejando en libertad a responsables de las torturas y desapariciones.
Ante el intento de toma del cuartel de “La Tablada” envió al peor represor, autor de la trágica noche de las corbatas, para invadir con bombas, gases y fuego cruzado de ametralladoras, muriendo soldados que se encontraban en el cuartel y guerrilleros. La Comisión de Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos, criticaría abiertamente al gobierno de Alfonsín por ese ataque.
Combatió el neoliberalismo firmando el pacto de Olivos, hecho que condenó a los argentinos a la miseria.
Alfonsín, un gran piloto de la transcisción al sistema democrático tras la salvaje dictadura, se murió, lo enterraron lleno de alabanzas, con el título de “Padre de la democracia”, pero se fue sin decir al pueblo quienes fueron los responsables del “golpe de mercado” que lo obligo a entregar el poder seis meses antes y nos sometiera a mas de una década de saqueos.
Como lo expresa Osvaldo Bayer al reflexionar sobre Raúl Alfonsín “Pensar que, desde aquel diciembre de 1983, no hemos cumplido con el principal mandato de una auténtica democracia: un país sin niños con hambre, un país sin villas miseria, un país sin desocupados”.
Miguel Peiretti
Director

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