martes, 23 de diciembre de 2014

La esperanza está en nosotros mismos

Reconstruir la historia, recuperar la memoria, fortalecer la justicia, es un proceso que ligado al pasado nos permite construir el hoy, proyectando hacia un futuro más justo, porque de la misma manera que ayer hubo miedos contra los genocidas de las torturas, secuestros, detenciones, desapariciones y asesinatos en la actualidad aquella matriz del capitalismo salvaje sigue existiendo con otros mecanismos frente a una sociedad inmovilizada con temor frente a la droga y la muerte que se lleva a las pibas y pibes de esta generación, porque como dijo Rodolfo Novillo, integrante de la Asociación de Ex Presos Políticos de Córdoba y del Foro Sindical por los Derechos Humanos de Córdoba, «El nunca más no se decreta. Hay que trabajar en lo concreto para desarmar esta estructura».

Desde que la invasión española cometió el genocidio más grande de la historia americana exterminando a los nativos bajo la justificación de conquista y civilización, en argentina fueron varios los aniquilamientos de hombres, mujeres, niños y ancianos, focalizados con diferentes argumentos, pero con un objetivo en común la transformación del aparato productivo para la concentración económica en momentos de ascensos de los sectores populares. Con ese mismo propósito, de explotar al pueblo, el liberalismo capitalista en el último golpe cívico, militar, eclesiástico de 1976, instauró el Estado terrorista aplicando el terror como método y como práctica cotidiana para asesinar y encarcelar a los jóvenes y trabajadores que con distintos niveles de organización venían resistiendo y de esa manera lograr saquear la riqueza nacional.
«Todos estos hombres luchaban contra un régimen, por justicia, no solo lo hacían por la reivindicación de los derechos de los ciudadanos, sino que lucharon y en algunos casos levantaron las armas por la democracia, porque se atacaba la libertad en sí misma, todo era avasallado de una manera feroz. Los trabajadores de Córdoba a través de la CGT de los Argentinos se enfrentaron a la burocracia sindical de Buenos Aires que era comandada por Rucci, la CGT cordobesa era más combativa, no tranzaba, cosa que si hacia la CGT de Buenos Aires, eran hombres que no negociaban ni siquiera la vida de sus seres más queridos, por eso el Golpe de Estado de 1976 y todo lo ocurrido para eliminar a 30 mil personas que tenían un grado de conciencia, superior a lo logrado hoy, fue necesario hacerlo, porque sino las privatizaciones de las empresas del Estado, la corrupción que vivimos, los males que tenemos, no les hubiese sido tan fácil concretar, si estos hombres hubiesen estado en la tierra», sostuvo Héctor Tosco, al llevarse a cabo en Morteros la mesa redonda en la que quedó habilitada la muestra sobre la vida de aquel líder sindical que vistiendo un overol fue ejemplo de lucha por la dignidad, protagonista de una historia heroica contra dictaduras e injusticias sociales, sufriendo cárceles, persecuciones, amenazas que nunca lo hicieron retroceder. Agustín Tosco perseguido por el gobierno de Isabel Perón - López Rega cuando ya se encontraba enfermo y no pudo ser internado en ningún hospital o sanatorio porque era sabido que allí lo irían a buscar las siniestras Tres A, falleció a los 45 años.
Para el sistema que los jóvenes cuestionen el orden por ellos establecidos es una gran preocupación y ante el riesgo que molesten, instrumentan mecanismos para su eliminación, lo hicieron con los negros que se rebelaron contra la esclavitud, con el anarquismo después, antes eran guerrilleros, ahora son delincuentes, antes utilizaban al ejército para asesinarlos, ahora usan a los narcotraficantes para eliminarlos a través de las adicciones de manera impune.
 «Es fundamental que las instituciones y los organismos aunemos esfuerzos porque el momento político no es claro y hay grandes acechanzas. Los grupos económicos y concentrados son consientes que el momento en que deberán rendir cuentas llega» indicó Rodolfo Novillo, en el marco de las actividades desarrolladas en homenaje a José «Pepe» y Miguel «Frichu» Polti, las primeras víctimas de Morteros del terrorismo de Estado. Al mismo tiempo consideró que así como se tienen elevadas las banderas por la igualdad y la inclusión, los sectores de privilegio y poder mantienen activa la idea de aplastar el movimiento social.
El terror y el miedo es el método que aplican para paralizar a la sociedad que de manera frecuente reacciona a favor del sistema capitalista pidiendo a coro mano dura como solución a los problemas de seguridad, como si todo se resolviera llenando las cárceles de jóvenes, mientras los señores de guantes blanco hacen grandes negocios con el narcotráfico envenenando a la juventud, lavan dinero, trafican personas. Estos planteos represivos acompañados en nuestra provincia por el gobierno a través de la policía, deberían hacernos reflexionar sobre cómo estamos como sociedad hoy, pensando que lo ocurrido en los setenta no son el pasado, sino que se involucra en el presente y con el futuro que queremos construir como Nación, por eso la memoria debe estar activa, para desconstruir el olvido que proponen ante los conflictos sociales actuales desde el totalitarismo con frases como «se va a terminar el curro de los derechos humanos» o «se tiene que cerrar la etapa de los derechos humanos», porque precisamente para estos sectores, es molesto tener al pueblo reflexionando, participando, defendiendo derechos que atentan contras los intereses de acumulación que ellos representan.
El poder financiero internacional a través de sus aliados locales modifica los métodos de sometimiento, antes utilizó las armas del ejercito, hoy lo hace a través del consumismo y la droga, para asesinar y encarcelar, pero el objetivo es siempre el mismo, evitar que los jóvenes se enamoren de la transformación social, generando dependencia para obtener los resultados que se proponen, un pueblo produciendo a su servicio a cambio de las migas que quedan cuando levantan el mantel.
Participar con compromiso social de la vida de las instituciones, es la única llave que nos asegura perder el miedo para garantizar el respeto por los derechos humanos para la construcción de una sociedad plenamente segura, libre de dictaduras.

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