miércoles, 19 de agosto de 2020

San Martín, el político ocultado por la historia

Se conmemoran 170 años del fallecimiento de «El libertador» José de San Martín. Un político de fuertes convicciones que como estratega militar resultó indispensable para la independencia de Argentina, Chile y Perú.
La historia, aquella que en el secundario nos hacia creer que San Martín solo era un buen militar, basada en los escritos mitrista, quien ocultó al político que gobernó con gran eficiencia, equidad y honestidad las provincias cuyanas, e impulso la creación de la patria grande latinoamericana.
José de San Martín, llevó adelante las campañas revolucionarias cruciales para la independencia de Argentina, Chile y Perú, pero al mismo tiempo amalgamó muy bien el pensamiento político. 
San Martín preocupado por la política local y por trabajar por la independencia, creó el Regimiento de Granaderos a Caballo, un cuerpo de élite de desplazamiento rápido y que tenía como objetivo principal defender las costas del Paraná de los ataques que llegaban desde Montevideo, enclave español por aquél entonces, pero al mismo tiempo conformó un grupo político cercano a Bernardo de Monteagudo denominado «Sociedad Patriótica», quienes se oponían a las políticas del triunvirato. Esta organización fue clave en el camino para avanzar hacia la independencia y forjar la relación con el interior.
La capacidad revolucionaria del «Libertador» hizo que sonara muy fuerte como presidente de la Asamblea Constituyente, pero sus anteriores aliados como Carlos María Alvear, que sostenían el centralismo porteño, desconfiaban de su posición cercana a las provincias.
San Martín debió buscar una provincia que sea la base de su plan continental, que luego se convertiría en el Cruce de los Ándes, entonces eligió Mendoza. Consideraba ese lugar como una organización censitaria de manzana por manzana que permitía identificar a cada uno de los habitantes, sobre quiénes eran y hasta de qué vivían. Allí es donde se convirtió en un referente nacional político muy importante.
En su gobierno se mostró muy preocupado por temas de salud, educación pública, instrucción femenina, cárceles las cuales consideraban de «reforma» de la persona y no de castigo. Conceptos podría decirse muy avanzados para aquella época. 
El «librecambio» impuesto por los intereses porteños había perjudicado la actividad vitivinícola cuyana al abrir a la competencia extranjera el principal mercado de los vinos mendocinos y los aguardientes sanjuaninos, obligándolo a adoptar una «economía de guerra», para obtener recursos de donde pudiera y reducir los gastos al mínimo indispensable.
Para llevarla adelante y no morir en el intento, emprendió una política que significaba movilizar y unir a la población, combinando la defensa de los intereses locales ante el gobierno central con la necesidad de hacer frente al peligro realista y distribuir de la manera más pareja posible el esfuerzo. En 1814, ante la falta de fondos para cubrir los gastos, tomó decisiones que dejaron en claro a los cuyanos cuáles eran las prioridades de su nuevo gobernador.
Estableció el impuesto a la riqueza, a razón de medio peso por cada mil de bienes declarados. Así, la contribución recaía más sobre los más ricos, lo que era toda una novedad en el sistema impositivo vigente desde la colonia, cuyos principales rubros eran los que gravaban las operaciones comerciales y que se trasladaban a los precios, perjudicando particularmente a los más pobres.
Entre la extraordinaria y extensa obra de gobierno desarrollada en dos años por San Martín en Cuyo, se destaca la expropiación de las propiedades de los españoles prófugos, declaró de propiedad pública las propiedades de los españoles muertos sin testar. 
Gravó con un peso cada barril de vino y con dos, los de agua ardiente que se vendieran fuera del territorio. Estableció un laboratorio de salitre y una fábrica de pólvora y un taller de confección de paños para vestir a sus soldados. Creó canales, desagües, caminos y postas existentes y mejoró los ya existentes.
Construyó el bello paseo de la Alameda y embelleció la ciudad de Mendoza. Impulsó planes de fomento agrícola, que incluyeron la venta de tierras públicas que hasta entonces no eran cultivadas en Mendoza y San Juan. En Barriales, además de propiciar la colonización de un pueblo, se construyó un canal de riego siguiendo la notable tradición de los habitantes originarios de la región, los huarpes. El propio San Martín, en octubre de 1816, adquirió 50 cuadras en esa zona, donde estableció una chacra.
El cultivo de alfalfa para la actividad ganadera, los intentos por introducir el cultivo del tabaco en San Juan y la plantación de moreras en Mendoza, con vistas a iniciar la cría de gusanos de seda, fueron parte de una búsqueda de alternativas a las dificultades que afectaban a la producción vitivinícola.
Fundó la metalurgia a nivel nacional, indispensable para fabricar las armas del ejército. La fragua y los talleres montados en Mendoza fueron, en su tiempo, el mayor establecimiento industrial con que contó el actual territorio argentino: unos 700 operarios trabajaban en ellos. Promovió la primera ley de protección a un producto nacional, el vino cuyano.
Organizó y reglamentó el servicio de correos y de policía; empleó a los desocupados en el blanqueo de las casas y en el cuidado de la ciudad. Dictó la primera ley protectora a nivel nacional de los derechos del peón rural, obligando a los patrones a certificar por escrito el pago en tiempo y forma de su salario. Reglamentó el sistema carcelario.
Fomentó la salud y la educación para todos como un derecho humano, fundando escuelas y bibliotecas, sosteniendo que la educación popular era una prioridad para cambiar las cosas en serio. Prohibió los castigos corporales que se aplicaban a los niños en las escuelas.
La política de San Martín encontró resistencia de no pocos poderosos criollos y españoles liberales que no les gustaba para nada el intervencionismo estatal, apoyando a quienes sostenían que los caldos nacionales eran de inferior calidad que los importados por lo que debían bajar los derechos que pagaban.
Bernardino Rivadavia le niega la posibilidad de ir a Buenos Aires a ver a su esposa enferma. Su apoyo a los caudillos del interior y la desobediencia a una orden que había recibido del Gobierno de reprimir a los federales, le valió que los unitarios lo acusaran de conspirador y quisieran someterlo a juicio. 
El 10 de febrero de 1824 debió exiliarse partiendo hacia Francia, en 1929 intento regresar pero al saber que estalló la guerra civil, a pesar del ofrecimiento de ser el gobernador de Buenos Aires, este respondió que «jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos», trasladándose a Montevideo donde permaneció tres meses para al final volver a Francia, donde falleció el 17 de agosto de 1850, dejando un enorme legado basado en la importancia de la libertad y de la autodeterminación de los pueblos, legado que es ocultada por la historia oficial que solo lo reivindica como militar, para no reivindicar el fuerte sentido nacionalista latinoamericanista al ser uno de los propulsores de la patria grande.
Fuentes: San Martin y sus ideas políticas - José Rafael López Rosas. San Martin en la intendencia de Cuyo - Alfredo Estévez; Oscar Horacio Elía

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