martes, 25 de marzo de 2014

Un permanente sostenimiento de la cultura del silencio impuesta por la dictadura

A 38 años del golpe de Estado y a 43 años en que nuestra ciudad sufrió la primera víctima del terrorismo de Estado, Morteros sigue manteniendo en absoluto silencio y oculto aquellos acontecimientos, siguiendo al pie de la letra los mandatos impuestos por la dictadura cívico militar y religiosa. Las 12 víctimas morterenses del terrorismo de Estado desaparecidos, asesinados, encarcelados y torturados siguen en el anonimato.
Los hermanos Polti, Salatín, Crosetto, los hermanos Benavidez, Gastaldi, los hermanos Maclean, Lencinas, Cavalli y Actis, entre otros tantos que defendieron ideales de libertad, igualdad e independencia con compromiso político y social, siguen siendo negados como parte de la historia local en un proceso social de nuestro país.
Negar y ocultar a los militantes sociales que sufrieron las consecuencias del terrorismo de Estado, y silenciar aquellos trágicos hechos vividos en nuestro país, es parte de la política cultural que se viene sosteniendo en nuestra ciudad desde hace cuatro décadas. No ejercitar la memoria es seguir reivindicando la humillación que sufrió el pueblo y es no honrar los Derechos Humanos, es seguir defendiendo los intereses de aquellos, que como en aquel momento se apropiaron de los destinos del pueblo, hoy con nuevos métodos siguen presionando por un ajuste sobre el pueblo para cercenar derechos, acrecentando la desigualdad.
El gobierno cívico militar y religioso que se inicia en 1976 resultó así un proceso general de respuesta autoritaria, disciplinaria y represiva a los avances de radicalización y lucha de los sectores populares para producir un efecto de recomposición de las bases sociales, abriéndose la tragedia del terrorismo de Estado.
Una manera de disciplinar a la sociedad a partir del terror, el miedo, fue callar las voces para que acepten y no se revelen ante el establecimientos de reglas de juegos en la sociedad, donde todo sea para pocos. A pesar que uno de los aspectos más destacados logrados en nuestro país en los 30 años de vida democrática fue el cambio cultural que significó haber ganado la palabra sobre el discurso de los genocidas y la teoría de los dos demonios, en Morteros esto aún no fue logrado, se sigue sosteniendo la cultura del silencio como parte del neoliberalismo instaurado por la dictadura.
Recordar a aquellas mujeres y hombres que con métodos acertados o equivocados lucharon por una vida mejor, reflexionar para impedir el olvido a través del ejercicio de la memoria en las generaciones presentes y futuras de nuestra ciudad, significa asumir las actuales violaciones a los Derechos Humanos con un modelo de control a la ciudadanía instalando cámaras de seguridad, la existencia de trata de personas, el acoso a los jóvenes con la aplicación del Código de Faltas mientras de manera inescrupulosa los alcoholizan, es poner al descubierto que se sostiene el circuito de comercialización de drogas, entre otros tantos derechos que son vulnerados.
Los derechos humanos son cosa del pasado, vive en el compromiso por el cambio social, cultural y en la lucha por acceder plenamente a muchos de los derechos que hoy son negados.
 A 43 años en que la represión policial estatal asesinaba al primer joven morterense y a 38 años de uno de los genocidios más grande de la Argentina, ante un Estado que sigue silenciado aquellos hechos, como ciudadanos desde las instituciones intermedias debemos honrar a los militantes asesinados, desaparecidos, encarcelado que lucharon por un país más igualitario y a todas aquellas personas sometidas al retroceso económico y cultural en que nos sumió el proceso neoliberal iniciado por la dictadura, para que los derechos fundamentales no sigan siendo vulnerados y podamos vivir en una ciudad libre con transparencia, sin prebendas, con oportunidades de progreso y crecimiento y no caer en la opción de la decadencia que provocan las drogas, el alcohol, la explotación.
Reivindicar la memoria colectiva para no olvidar los atroces hechos de la dictadura y la violación a los derechos civiles, sociales, políticos y económicos de todo un pueblo, es construir el presente y un futuro de verdad y justicia. Algo que en Morteros aún no hicimos.