martes, 1 de abril de 2014

El espejo de la sociedad que construimos

El homicidio de Irma Azugna de Vázquez en San Guillermo cometido por un adolescente de 15 años acompañado por otro de 17 años, genero un sin número de comentarios en relación a la inimputabilidad de los menores. Algo similar ocurrió en Balnearia hace unos días, cuando dos adolescentes de 15 años asesinaron al joven Gerardo Romero, pero nada y poco se plantean en relación a las causas, a la responsabilidad del Estado y que como sociedad tenemos sobre los hechos. Deberíamos preguntarnos ¿Los adolescentes son víctimas o victimarios?
Desde estas páginas desde hace varios años venimos alertando sobre la problemática social como consecuencia de la depresión ocasionada por la maquiavélica maquinaria del neoliberalismo cuya patología social que en su mayoría termina en las drogas, viene siendo ocultada por las diferentes administraciones. Veníamos anticipando que las circunstancias socio económicas y culturales que vinieron apoderándose de los adolescentes podrían desencadenar en hechos como el ocurrido en San Guillermo y Balnearia para mencionar los dos últimos de mayor gravedad. Hoy lamentablemente los tenemos que cronicar.

«El que vive sin sentido mata sin sentido»
Hace muy poco tiempo el periodista Carlos Del Frade al hablar de drogas y sociedad de consumo, le anticipó a la comunidad de San Guillermo «es necesario recuperar el sentido de la palabra, para combatir la seducción de las drogas que comienzan con el alcohol y siguen por el resto de las sustancias, pero es necesario recuperar la palabra para no seguir fabricando consumidores consumidos y se encuentre sentido a las cosas, porque el que vive sin sentido mata sin sentido», lamentablemente esto quedó en saco roto y la población ante el hecho concreto se conmociona y pide represión.
El presidente comunal Daniel Martina como si hubiese celebrado un corte de cintas, salió anunciar el traslado del adolescente a un instituto de la ciudad de Rafaela como un gran logro y al mismo tiempo se quejó porque pareciera que las comunas también tienen que gestionar justicia sin mandarles plata, como si no tuviese ninguna responsabilidad de lo que ocurre con la adolescencia en la localidad.
Si bien no se puede negar que es necesario actualizar el Régimen Penal Juvenil, esto no puede ser una respuesta coyuntural, se debe dar en un contexto de políticas amplias que protejan a la niñez y la juventud. Las recetas retrogradas con reducción de la edad penal fracasaron en todos lados y prueba de ello es el severo endurecimiento penal de la ley Blumberg, que no provocó un descenso del delito, ni brindó mayor seguridad ciudadana. Pero ante un hecho trágico se plantea combatir con el mecánico reflejo impuesto por el sistema capitalista en lugar de desarrollar políticas preventivas y programas de integración social formando para la vida como principio motor de la familia y las instituciones.
Hay mucha hipocresía en la sociedad que se mueve en un contexto de absoluta corrupción, exigiendo leyes, mientras hace todo lo que tiene a su alcance para no cumplirlas. La solución no pasa por dar más herramientas legales a los jueces, sino que debemos resolver las causas que provocan el efecto. Es un engaño plantear que podemos resolver los problemas del delito y la violencia si no los relacionamos a los parámetros básicos de inequidad económica y marginalidad social.
Si seguimos con la adopción pasiva y efectista de consignas autoritarias de tolerancia cero y mano dura, como dice la Ministra de la Corte Suprema de Justicia, Carmen Argibay, se puede bajar la edad de imputabilidad hasta llegar a condenar a los niños de 5 años «por pegarle a otro niño en un pelotero». El hecho que un menor cometa un delito no autoriza a legislar obviando la discusión sobre qué educación y contención familiar tiene el niño para terminar cometiendo un delito a la edad que debería estar jugando, estudiando o practicando deporte, señala.

Todo se esconde
El lamentable y doloroso homicidio ocurrido como consecuencia de la falta de prevención, produce indignación por las circunstancias que rodearon al mismo, donde sin lugar a dudas debe existir una medida punible para que el autor no cometa nuevos delitos y al mismo tiempo evitar que los demás imiten su conducta, pero la gestión del presidente comunal de San Guillermo para lograr la institucionalización del adolescente, lograda por la aplicación de la legislación vigente por parte de la justicia, parecería que responde en dar respuesta a lo que la gente quiere escuchar con el propósito de dar tranquilidad de que un asesino no anda suelto y allí termino todo.
Las autoridades y la comunidad debe tomar conciencia que el grado de perversidad que puso de manifiesto el adolescente no va a ser resuelto con la institucionalización que generalmente terminan siendo escuelas de perfeccionamiento, volviendo en un tiempo no demasiado largo a la comunidad que ante los planteos escuchados, en lugar de ser reinsertado, lo discriminará y lo obligará para su subsistencia a seguir delinquiendo, en lugar de pensar en políticas que apunten a trabajar para que no cometa nuevos delitos y otros lo imiten. 
Escondiendo debajo la alfombra la problemática, pidiendo endurecimiento de penas y bajar la edad de imputabilidad, es esconder la realidad que solo sirve para el crecimiento delictivo como viene ocurriendo en los últimos años no solo en San Guillermo, sino en toda la región, porque como lo señalan especialistas, el hombre no roba o mata porque nació ladrón o criminal, sino que por distintas circunstancias de su historia de vida, no logra reprimir las tendencias criminales, proyectando sus impulsos en conductas antisociales, la que en los últimos tiempos se vienen acrecentando con niveles de violencia cada vez más graves, que en mayor medida son cometidos por adultos.

Las drogas
El consumo de drogas es una opción que es tomada para evadir la realidad y reemplazar las carencias de la vida cotidiana afectando de manera diferente a cada uno, que según especialista en la materia, en la mente del individuo que la consume de manera adictiva puede llegar a originar conductas violentas y delictivas. Razón por lo que los crímenes suelen estar asociados al consumo, venta y distribución de drogas.
Según Crespo y Bolaños, en su trabajo «Delitos violentos: entre los vapores de la drogadicción», dicen: «La relación entre las drogas y la delincuencia es tan estrecha para el sentido común, que fácilmente se considera como causa de la comisión de un delito violento el estar bajo la influencia de alguna sustancia que altere el organismo»
Los mismos autores consideran que es innegable que la drogadicción, así como otros factores ligados a ella, tales como el tráfico de drogas, las bandas juveniles y los actos delictivos que cometen algunos individuos con el fin de perpetuar su consumo tienen gran influencia en el deterioro de la sociedad, en la cual la población de riesgo está expuesta a dinámicas que fácilmente se asocian tanto a su consumo, como al uso de la violencia por la desigual distribución del ingreso, desempleo, marginalidad, ociosidad, etc.
Ante la falta de provisión de medios para satisfacer las necesidades básicas y el bombardeo de imágenes de consumo son pocas las oportunidades que encuentran para surgir y tener una calidad de vida optima, que como dice el periodista Carlos Del Frade «mucha gente tiene quemada la cabeza por otra droga menos física, como es la droga cultural mediática que fue implantada en los años noventa, donde nos hicieron creer que lo único importante es tener».
En muchas oportunidades también denunciamos que la distribución de drogas ilegales en nuestras poblaciones es controlada por organizaciones que cuentan con la complicidad de policías, integrantes del Poder Judicial y político que provocan las secuelas de corrupción y violencia y ante tanta impunidad muchos son los jóvenes que frustrados por no lograr ese mandato de tener, caen en las drogas y a través de ellas en conductas delictivas, muchas veces al servicio de esas mismas organizaciones con protección policial, judicial y política.

Una concepción sostenida
San Guillermo no es una excepción donde ocurren este tipo de acontecimientos, hace 20 días, adolescentes cometieron un homicidio en Balnearia, años anteriores hechos con mayor o menor grado de violencia ocurrieron en otras localidades de la región, mientras el consumo y tráfico de droga se sigue multiplicando frente a las narices de los gobiernos municipales de todos los espectros partidarios y la problemática juvenil agravando, ante una sociedad que cree que la seguridad ciudadana solo se logra con más represión y más cárcel. Si tuviésemos una justicia independiente que actuará conforme a derecho, es probable que la inmensa mayoría de los que piden leyes para llevar a la cárcel a los más debiles, estarían donde piden que ubiquen a los adolescentes que sufren una permanente vulneración.
Este fenómeno que deriva en sangrientos episodios relacionados con el narcotráfico, no se resuelve dando respuesta a la comunidad en función de lo que quiere escuchar para sostener al electorado, sino que requiere de políticas sociales orientadas a evitar los abusos y maltratos a que es sometida la niñez y la adolescencia, erradicar la violencia familiar, a brindar mejores oportunidades para acceder a la educación, acceso al trabajo, es decir tomar el camino que conduzca a la prevención, intervención y resocialización de los adolescentes que sufren las consecuencias de una sociedad cada vez más violenta. 
El conjunto de situaciones irresueltas que se ocultan, transforman a adolescentes en victimas del sistema que se sostiene con dependencia no solo al alcohol, las drogas y la nocturnidad, que significan un gran negocio para algunos grupos de poder de la comunidad, sino que también limitan el pensamiento y el análisis de la realidad sometiendo a la adolescencia con sus consecuentes derivaciones, donde nosotros como sociedad, al quedar de manera pasiva mirando hacia otro lado, somos responsables de cada uno de los violentos acontecimientos al ser ellos el reflejo de la sociedad adulta.
Ante cada hecho violento seguido de muerte protagonizado por un adolescente, nos conmocionamos y como parte de la solución medios, organizaciones y personas se movilizan para promover la imputabilidad y castigo de adolescentes casi niños, dejando que los mercaderes de la muerte sigan operando libre e impunemente. Mientras esta sea la senda podremos llenar las cárceles pero seguiremos lamentando violencia y muerte.