martes, 26 de julio de 2016

Los reducidores son considerados compradores de buena fe

Un hombre compró elementos robados pero los devolvió anunció con bombos y platillos el comisario Rubén Chiambretto, y aseguraba que el fiscal Alejandro Acuña trataría de individualizar al autor del ilícito. Un mecanismo que vienen aplicando para los reducidores de los hechos contra la propiedad, donde en lugar de aplicar la figura penal de encubrimiento, crean un círculo del delito.

Luego de no encontrar nada nos retiramos del lugar, sin embargo horas después, el hombre se presentó en la dependencia policial y entregó la amoladora, herramientas y cables que estábamos buscando expresó el Crío Rubén Chiambretto, quien al mismo tiempo indicaba que por miedo no lo hizo cuando fuimos a su casa, pero nos dijo que todo lo había comprado de buena. 
Este hecho narrado impunemente por el Crío de Brinkmann en los primeros días del mes de junio, no es un hecho aislado, sino que es moneda corriente no solo en esa localidad, sino en la región como mecanismo de regulación del delito por parte de la policía, donde los reducidores (compradores de buena fe para la fiscalía y la policía), cuando la situación social se pone complicada entregan a algún elemento para que la policía pueda hacer creer a la sociedad que está resolviendo los hechos con complicidad de la fiscalía.
Muchas veces nos preguntamos por qué no se desarrolla una fuerte estrategia dirigida a desmontar una estructura que es absolutamente crucial para las actividades delictivas. Nos referimos al conjunto de operaciones por las que los bienes robados reingresan al mercado y se reciclan mediante su venta en negro, mediante mecanismos oscuros y laterales. ¿Qué intereses movilizan a la policía y la justicia para sostener este mecanismo delictivo?
Esa misma policía que sostiene ese circuito, es quien ante los robos livianamente sale a justificar que todo es consecuencia de la delincuencia juvenil que es acompañada de una garantista legislación, logrando que un grupo de hitlerianos salga a pedir balas para las pibas y pibes, mientras el sistema se retroalimenta sin obstáculos y la justicia hace la plancha.
Es evidente que quien comete el delito en la calle necesita deshacerse rápidamente de los bienes robados para evitar que se genere la prueba del delito y para ello el comprador de esos bienes, es una pieza clave en el circuito al permitir el desahogo de quien roba a cambio de una retribución o en muchos casos a cambio de dosis de estupefacientes. Si esto en lugar de ser condenado por encubrimiento es justificado como compra de buena fe por quienes tiene la responsabilidad de prevenir y reprimir el delito, pocas son las esperanzas que quedan de que se logre resolver la problemática de la (in)seguridad que viene creciendo en la región, más allá que invadan las calles de policías, incorporen móviles, coloquen cámaras por donde se les ocurra o se armen para asesinar a los adolescentes como plantearon en Morteros.
Mientras como sociedad sigamos avalando este tipo de actitud por parte de las autoridades beneficiando a los delincuentes de guantes blanco y no asumamos el compromiso social necesario para terminar con estos sistemas que controlan el delito, pero no lo combaten, deberemos convivir con la profundización de la inseguridad.

1 comentario:

  1. esta nota merece divulgación y más divulgación!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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