viernes, 17 de agosto de 2018

El aborto un protagonismo de lucha de las adolescentes y jóvenes

Las adolescentes y jóvenes de nuestra región al igual que en el país fueron protagonistas en el acompañamiento en el debate por la ley para la interrupción voluntaria de embarazo, como respuesta a la recriminación sufrida en establecimientos católicos, padres que fueron invitados a cambiar de colegios a sus hijos, docentes que no tuvieron la libertad de expresar su posición por temor a perder su trabajo.

Más allá que finalmente la ley no haya logrado su sanción, el debate por el tema significó la apertura de los jóvenes en la política en sociedad que durante todo este tiempo pusieron junto a las feministas el cuerpo y dieron contenido a la lucha, bautizados por la periodista feminista Luciana Peker “La revolución de las hijas” al cubrir esta ola de adolescencia y juventud los espacios públicos.
Los jóvenes al ser los grandes protagonistas en el debate público, demostraron que no son la promesa del futuro, como tampoco están viviendo una etapa sin rumbo, como quieren hacer creer desde diferentes estamentos, sino que ese mundo que se oculta o no se reconoce, ellos mismos lograron desgarrar, avanzando sobre la limitación impuesta a la participación política, no solo copando redes sociales donde se manejan con solvencia, sino que ganaron la calle y encabezaron la mesa, poniéndose sobre los hombros la responsabilidad de esta lucha que viene siendo militada desde hace más de quince años por mujeres.
La educación sexual integral, que no se aplica, y también la falta de métodos anticonceptivos es un flagelo social que fue visibilizado por las adolescentes y jóvenes en el transcurso del debate por el aborto, un tema que toco muy a fondo desde una juventud que encabezó un proceso de discusión.

Conservadores que matan
Ese símbolo de lucha juvenil que no tuvo la lógica del conflicto, sino abordado desde la discusión fundamentada, fue enfrentado por la sociedad clerical y conservadora, situación que limitó en nuestras poblaciones la participación en el debate por temor, como así también desde establecimientos educacionales católicos atentaron contra la libertad de conciencia y expresión al prohibir a las alumnas a manifestar su posición, como así también hubo casos en que desde la Dirección del establecimiento educacional invitaron a padres a cambiar de colegio por pensar diferente, al igual que docentes que no tuvieron la posibilidad de dar tratamiento al tema en las aulas por temor a ser despedidos.
Cabe destacar que la Ley Federal de Educación establece que estudiantes del Sistema Educativo tanto nacional, provincial y municipal, incluidos los de gestión privada tienen el derecho a “que se respete su integridad, dignidad, libertad de conciencia y de expresión”, señalan desde diferentes organismos que aseguran que todos los establecimientos educativos tiene la obligación de respetar estos derechos fundamentales.
No dejar utilizar el pañuelo verde, no permitir que los estudiantes desarrollen actividades relacionadas al aborto desde el libre pensamiento, al igual que no dejar que los docentes desarrollen el tema con libertad es una medida que atenta contra las obligaciones internacionales asumidas por Argentina y cualquier sanción en este sentido habilita a pedir la inmediata intervención del Ministerio de Educación y como así también el pedido de investigación judicial, aseguran especialistas.
Pero más allá de la cuestión reglamentaria y legal, deberían los directivos de las escuelas no educar de manera retrograda, sino que deben asumir que el debate para la legalización y despenalización del aborto no concluyó con la no aprobación de la ley, este es solo el inicio de un camino que se instaló con fuerza en todas las esferas de la vida pública y privada. Se habla de aborto en la televisión, en las casas, en las plazas, y es lógico que se hable en las escuelas, en las aulas y también en los recreos, porque son las estudiantes, las adolescentes, las jóvenes quienes piden se amparen sus derechos para disfrutar sin morirse, sin tener miedo, sin tener menos derechos que los varones, pero sobre todo para que la cultura patriarcal y eclesiástica no sea quien resuelva por ellas.

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