La virtuosidad de hacer posible las utopías

Se celebra el día del maestro en homenaje a Domingo Sarmiento, que falleció el 11 de septiembre de 1888. Sarmiento una figura que se encuentra dentro de la grieta histórica a quien se lo conoce como el padre de la educación pública popular obligatoria mixta, pero también se lo conoce como genocida, por su odio a los indígenas, criollos y a los gauchos a quienes calificaba como «bárbaros». 

Mucho antes San Martín; Moreno, Belgrano habían creado las escuelas de la patria con ideales de igualdad y fraternidad, e incluso Belgrano fundó escuelas en sus campañas con el premio que le diera el gobierno por sus triunfos en el Norte. Sarmiento fue quien estableció el plan modernizador.

La educación era para Sarmiento central para poner fin a la tradición  hispánica y fomentar en su visión la iniciativa ciudadana, pero basada sobre una población ideal que no era la que habitaban nuestras tierras, sino que a ellos los odiaba a tal punto que preparo el ejercito que dio inicio a la avanzada militar para matar de manera indiscriminada a las comunidades nativas con el objetivo de quedarse con las tierras.

Para el desarrollo educativo había resuelto implantar en Argentina el modelo de Estados Unidos, trayendo a decenas de educadoras norteamericanas para la creación en varias regiones del territorio nacional de escuelas nuevas, pero aquel plan no lo pudo concretar. El enfoque progresista y democrático que transmitían las educadoras norteamericanas fue desplazado por un sistema desde el Estado acorde al plan de país que se fue gestando en épocas de Julio A Roca enfocado hacia los productores de riquezas.

Se estableció en épocas de Sarmiento, que todos los chicos vayan al colegio con un guardapolvo blanco, para que toda diferencia social quede oculta bajo el delantal blanco para que todos sean tratados del mismo modo. En los tiempos actuales sigue vigente, como una manera de encubrir las diferencias sociales que hoy hacen que más del 50 % de las pibas y pibes sean pobres. En esos cuadros maestras y maestros se transforman en hacedores cotidianos de sueños, donde además del dos más dos, hacen magia para rearmar el rompecabezas que el devorador sistema con oscuros huracanes se va estragando las infancias.

Las educadoras y los educadores deberían ser sujetos revolucionarios que contribuyen a la transformación social y a la superación de muchos de los males que nos aquejan, pero sin embargo frente a los salarios de hambres que perciben, ante la escases de herramientas para cumplir con la misión de evolución,  no son pocos los invadidos por el conservadurismo sin  capacidad de lucha por su propia dignidad humana y sus derechos laborales, cuando tienen en sus manos no solo la lucha contra la ignorancia, sino que también la desigualdad social.

Al igual que ayer existen los Sarmientos que construyen desde la educación progresista y democrática, pero también están los Sarmientos que enmarcados en políticas de riquezas siguen formando a los pobres como «bárbaros», vedando para siempre el desarrollo y crecimiento de generaciones.

Contener a educadoras y educadores que tienen predisposición para disparar con devoción un manojo de sentimientos para transformar el desgarro en esperanza, a los constructores de utopías para nutrir a la niñez de aliento, otorgándoles herramientas para que puedan plantar sus pies sobre la tierra para cuando adultos puedan frenar a los destructores. A ellos debemos acompañar colectivamente. 

A aquellas maestras y maestros que con una visión transformadora, revolucionan desde nuevos paradigmas, transgrediendo las decisiones tomadas detrás de un escritorio, abrigando con la ternura de la palabra la destrucción de la inequidad, entrelazando cotidianamente con coraje la reconstrucción colectiva del tejido social. A ellas y ellos nuestro reconocimiento por el comprometido trabajo por las pibas y pibes por un futuro más equitativo desde la formación y la educación.