Desde el origen mismo de la actividad lechera en escala en las últimas décadas del siglo XIX, en que capitales ingleses comenzaron a manejar el mercado fijando el precio de la grasa butirométrica, cuando se planteaba una retracción de la exportación, se producía un vuelco de la producción al mercado interno, lo que se asociaba a una baja en el precio del kilo de grasa butirométrica pagada al productor tambero.