viernes, 20 de febrero de 2015

Cooperativizar el cooperativismo por el justo precio

Desde el origen mismo de la actividad lechera en escala en las últimas décadas del siglo XIX, en que capitales ingleses comenzaron a manejar el mercado fijando el precio de la grasa butirométrica, cuando se planteaba una retracción de la exportación, se producía un vuelco de la producción al mercado interno, lo que se asociaba a una baja en el precio del kilo de grasa butirométrica pagada al productor tambero.

En la década del veinte comienza a expandirse la lechería en nuestra zona comenzando a actuar adquiriendo crema a los tambos, la Compañía The River Plate Dairy, la firma Swift, Salvador Macagno y Cía y la fábrica Victoria, además operaba en Brinkmann la firma Spirandelli y Cía y algunas queserías diseminadas por las colonias, pero todas coincidían en pagar bajos precios al igual que en esta época.
Ante la falta de respuesta ante los permanentes reclamos comenzaron a unirse constituyendo durante la década del treinta cooperativas tamberas, para comercializar la leche, para año más tarde incursionar en la industrialización a través de la constitución de Sancor y Manfrey en esta zona, algo similar había ocurrido años anteriores en la zona de San Carlos en la provincia de Santa Fe.
Cuando se estaba gestando la idea de constituir la Cooperativa Sancor Marcos Dubrovsky de Las Palmeras expresaba "los enemigos de los tamberos, de los productores, son los fabricantes pertenecientes al monopolio inglés que se llevan del país para Inglaterra todo el esfuerzo de los productores argentinos. Es necesario crear un organismo de segundo grado e instalar una fábrica para industrializar y comercializar la producción. No estamos con las fábricas particulares lucrativas. Estamos por la defensa del productor".
El principal reclamo en aquella época se refería a que el trabajo del productor tambero no recibía la compensación justa por parte del empresario industrial, es decir se centraba en la justicia en los precios, en lograr espacios arbritales para el control de la grasa, entre otros temas. Quizás aquellos hombres en su mayoría no tenían un sustrato doctrinal, más allá que algunos de ellos progresistas militaban en partidos políticos de gravitación entre los sectores populares y de la pequeña burguesía, fueron capaces de imprimir una tónica antimonopolista a la importante organización de los productores tamberos aglutinados en el reclamo por mejorar la posición frente a los otros agentes de la cadena.
Las cooperativas tamberas tenían como objetivo lograr el justo precio, atender cuestiones productivas, cubrir riesgos climáticos, proveer insumos para la producción y elementos para el consumo familiar, pero al mismo tiempo asumieron la defensa de los intereses de los productores tamberos frente a los terratenientes, a los comerciantes, a los industriales y al Estado, con acciones que beneficiaron directa o indirectamente a un universo más extenso que el de sus asociados.
A partir de la segunda mitad de la década del setenta del siglo pasado cuando se admitió al neoliberalismo como propuesta para la modernización del Estado y la sociedad con poder regulatorio de las leyes del mercado, el cooperativismo fue uno de los medios sociales más damnificado.
En la implantación del modelo neoliberal las cooperativas en lugar de generar los cambios estructurales para institucionalizar al cooperativismo como una herramienta de defensa, fueron parte del sistema que aprovechó de la debilidad doctrinaria e ideológica para imponer las reglas del mercado por intermedio de sistemas de gerenciamiento que en base a la corrupción logro en el caso de las cooperativas de tamberos de segundo grado se sometan a la encerrona del capitalismo que como consecuencia de ellos padecieron la desaparición de una gran cantidad de pequeños y medianos productores y quienes lograron sobrevivir en la actualidad se encuentran en un estado de indefensión al igual que sus antecesores se encontraban cuando fundaron las cooperativas tamberas con el propósito de lograr un justo precio.
En la actualidad desde distintos sectores señalan que el precio justa esta en el orden de los 4 pesos por litro de leche producida en tambo, lo que incluso quedaría demostrado en los valores que las industrias cooperativas pagan a empresas lácteas de capitales privados por excedentes de leche que estas tienen, en lugar de abonar un mejor precio a sus asociados, indicando que la empresa cooperativa sigue sometida a las reglas del capital privado y al igual que a principios del siglo XX el Estado no regula el negocio para una justa distribución.
El hombre primitivo comprendió que apoyándose en sus pares lograba cosas que de intentarlas solo sería tarea imposible. Aquellos primeros productores tamberos entendieron que era necesario unirse a otros para procurarse los medios de subsistencia, conformando las cooperativas tamberas, las que les permitieron no solo sobre vivir, sino que fueron el motor de desarrollo y crecimiento de toda la región, por lo que en la actual situación cooperativizar el cooperativismo es una herramienta válida para recuperar aquel objetivo de alcanzar el justo precio.
Sin dejar de lado la lucha gremial que lleva más de ochenta años para lograr que tanto el Estado nacional como los provinciales intervengan a través de una ley de lechería para ordenar la cadena láctea, cooperativizar la comercialización es la herramienta que haría que el productor deje de ser considerado un entregador en consignación para transformarse en un empresario comercializador de leche.
La cuenca lechera de nuestra zona denominada central de Santa Fe, noreste de Córdoba y sur de Santiago del Estero, según el Inta produce alrededor del 48 % de la leche del total nacional, es decir más de cinco millones de litro. Si una gran parte de ese volumen fuera negociado de manera asociada entre los productores, las reglas no las impondría la industria, sino que empoderaría a los tamberos para ser parte en la discusión para fijar las mismas y obligaría al Estado nacional a establecer límites a los hipermercados en el precio del producto terminado que llega a la mesa del consumidor, por otra parte Sancor y Manfrey se verían en la obligación de volver a sus orígenes en defensa de sus productores asociados en lugar de trabajar corporativamente con las empresas de capitales privados.
Cooperativizar el cooperativismo es volver a transitar el camino hacia el justo precio para el crecimiento de la actividad como lo hicieron aquellos primeros tamberos que pensaron cooperativamente en beneficio propio y de la sociedad en su conjunto.

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