martes, 5 de marzo de 2013

8 de marzo: Día Internacional de la Mujer
Dar pasos para caminar juntos

Igualdad, reconocimiento, dignidad, justicia, equidad de género, oportunidades y empoderamiento para la mujer son conceptos que se proclaman desde las múltiples voces en los distintos ámbitos al celebrarse cada 8 de marzo el día de la mujer.
La mujer, no es más ni menos que el hombre. Sin embargo, por múltiples razones sociales, culturales o religiosas, en la realidad las mujeres han sido siempre y siguen siendo víctimas de diversas y odiosas discriminaciones. 
Fueron necesarios un poco más de veinte siglos para que la mujer comience con sobrados méritos en los asuntos de la vida cotidiana a disputar con suficiente solvencia y con indiscutible capacidad, los lugares que solo eran reservados al hombre, pudiendo intervenir no solamente en la sociedad, sino también en la vida civil y política
El hecho mismo de que se celebre un día especialmente dedicado a las mujeres, significa que ellas, en términos generales, continúan siendo discriminadas y oprimidas de diversas formas, a pesar de lo mucho que se ha avanzado en la aplicación de leyes contra la desigualdad y de los cambios positivos de conducta social e individual. 
Al celebrarse este 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer, es una fecha propicia para renovar el debate, que debiera ser cotidiano, sobre el acceso de esta mitad de la población a sus derechos humanos y, sobre todo, los obstáculos que aún afrontan las mujeres para lograr la igualdad con sus pares varones. 
La mejor medida de la libertad que hay en una sociedad la determina el grado de igualdad de la mujer. Igualdad en el acceso a las oportunidades de trabajo, de creación intelectual y artística, de participación política e intervención en los asuntos del poder, en otros. En realidad, sólo en la medida en que disminuyan, hasta desaparecer, las discriminaciones de género y sexo, habrá un verdadero reconocimiento a la dignidad humana de la mujer y la humanidad podrá disfrutar de plena libertad. 
Las declaraciones en escenarios reconocidos internacionalmente, si de algo pueden servir, es que nos cuestionan, nos enfrentan con nuevas realidades, nos señalan nuevos caminos, nos provocan para buscar explicaciones a los nuevos órdenes, pero principalmente nos invitan a desconstruir conceptos que los hemos venido manejando durante miles de años y no hemos sido capaces de entenderlos, si no somos tocados y conmovidos por propuestas teóricas subversivas.
En un proceso de invisibilización redujo a la mujer a las tareas domésticas, a de la mujer esposa, madre reproductora, legitimizando las más perversas injusticias que mutilaron la iniciativa, dándole responsabilidades rutinarias que por tener esta característica no han sido valoradas, ni reconocidas, porque es visto este trabajo como una obligación natural por ser mujer, en detrimento de sus potencialidades. Todo esto que es producto de nuestras limitaciones conceptuales y vivenciales que se han hecho carne, donde existen códigos aceptados por la sociedad en los cuales las mujeres cumplen papeles pasivos y repetitivos frente a la deconstrucción de esquemas injustos y perversos que rigen el comportamiento de los seres humanos, nos encontramos frente a nuevas formas de entender la intransigencia en la que fuimos educados.
Los temas que tienen que ver con la igualdad de género pasan por esquemas machistas, porque todo está diseñado desde un sistema patriarcal, donde en los últimos años la propuesta política de las mujeres tuvo significativos avances desde los espacios de poder controlados históricamente por los hombres, donde se han expresado las luchas de las mujeres y han logrado resultados que han significado profundos cambios en la institucionalidad de la sociedad.
Pero aún los espacios que se disputan son mucho más grandes que los que se comparten, cada espacio compartido es sumergido por la conflictividad, por esa aparente necedad de desvirtuar la posibilidad de construir juntos, piel con piel, un mundo de posibilidades para los dos géneros. 
En estos momentos que se reclama y se proclama nuevos pensamientos, nuevas formas de entender la realidad manifiesta, que van más allá del simple reclamo chillón, que exigen miradas diferentes, queda mucho por hacer a favor de las mujeres y su derecho a la igualdad que no basta con señalarlos en esta u otra fecha, sino que todos debemos involucrarnos en el cambio de la cultura patriarcal comprometiéndonos con diferentes prácticas de relación en la búsqueda de espacios donde se les reconozca su aporte a la construcción de un país solidario, humano, pero fundamentalmente diverso, donde es importante que sintonicemos las preocupaciones e inquietudes, profundizando los interrogantes e intentando dar un paso hacia la posibilidad de caminar juntos.

Orígenes de la celebración del 
Día Internacional de la Mujer
La celebración del 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer tiene un origen comunista. Esta celebración fue propuesta en 1910 por la dirigente comunista alemana Clara Zetkin, en un congreso internacional de Mujeres Socialistas celebrado en Copenhague, Dinamarca, y se escogió el 8 de marzo para rendir tributo a las obreras textiles de Nueva York que en 1857, durante una huelga por igualdad de salarios y jornada laboral de 10 horas al día, ocuparon la fábrica donde trabajaban y ésta fue incendiada, habiendo perecido calcinadas 129 mujeres huelguistas. 
El 8 de marzo de 1911, se celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer, pero fue una reducida movilización de mujeres trabajadoras y socialistas que tuvo lugar en unos cuantos países. Sólo después que terminó la I Guerra Mundial y particularmente a partir de 1921, la celebración del Día Internacional de la Mujer se extendió a toda Europa y a las Américas, Asia, Africa y Oceanía. Y andando el tiempo la humanidad entera -salvo algunas excepciones, como las de los países musulmanes-, se apropió de la celebración del 8 de marzo y la convirtió en una jornada universal de mujeres y hombres, que en algunos países ha sido consagrada legalmente como festejo oficial. 
Finalmente, en 1977 la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), mediante su resolución 32/142 invitó y convocó a todos los países miembros a que el 8 de marzo celebraran el Día Internacional de la Mujer, o a que proclamaran, de acuerdo con sus tradiciones históricas y costumbres nacionales, un día del año como Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. 
Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU-Mujer),
Instituto Científico de Culturas Indígenas

(Declaración Política de la Región de América Latina y del Caribe en la Asamblea General de Naciones Unidas, 2000).
¿Cuántas palabras más son necesarias para que ser joven no sea un estigma?¿Cuántas se necesita aprender para que una mujer astronauta no asombre a nadie?¿Cuánta ciudadanía, cuánta democracia se necesita aprender para que la discriminación positiva y los mecanismos institucionales que reclamamos sean cosa del “siglo pasado”?¿Cuántas palabras más son necesarias para que la maternidad no sea un riesgo de muerte?¿Para que el aborto no siga siendo la primera causa de estas muertes?¿Para que el amor no sea condenado cuando no se ajusta a las palabras con las que algunos de ustedes quieren definirlo?¿Qué lógica es aquella que acepta el odio consensuado y la guerra entre y dentro de nuestros países y quiere hacer la guerra al amor que no se ajusta a sus definiciones?.