martes, 2 de diciembre de 2014

Reflejo de la realidad que protagonizamos
«Quien no me conoce, es porque no nació»

La frase no es el título de una tenebrosa novela, es la síntesis de la indiferencia social por parte de las mayorías que fingen no ver, cerrando las puertas en las narices a quienes sufren, expresada en San Guillermo por Alejandro al contar su historia de vida en el transcurso de la jornada «La maraña de las drogas». 
Por imperio de las ansias de consumo impuesto por el capitalismo que nos somete al individualismo hace que muchos chicos como Alejandro sean expulsados a una fuga acelerada hacia ningún lugar de la mano del empobrecimiento afectivo quedando inmerso en la angustia frente a una sociedad que promete una aceleración constante de placer sin límites.
Sus palabras no son solo un recitado de una leyenda trágica, sino que dan significación al imperio del neoliberalismo, que en estas tierras donde la producción lechera distribuye sobre las comunidades, no queda exenta a la lógica del capitalismo, donde las y los jóvenes  que no tenían posibilidad de acceder a estudios de nivel superior, en otras épocas mamaran la cultura del trabajo, aprendiendo un oficio en un taller, en un comercio o en el campo, hoy sean sometidos a la explotación y el consumo, pero al mismo tiempo destaca que la jueza de paz, una profesional y un grupo religioso le tendieron una mano dando señal que es posible un mundo más amparador y que no sea desbastador, donde se puedan desarrollar capacidades que trasciendan la miseria de la fiebre del consumo, el terror de la exclusión o la ansiedad por pertenecer, señalándonos que simplemente desde los afectos, desde lo colectivo, cuestionando el sentido en el que se halla inmerso, se abren nuevas posibilidades para una vida digna. «¡Yo, que nunca tuve un abrazo, hoy termine adoptando como madre a quien te brinda ese abrazo, porque nunca lo recibiste en tu casa!»
Al ir desgranado su historia nos vamos encontrando con casos inverosímiles, donde en la búsqueda de acercamiento, la violencia hizo que en soledad Alejandro, conocido popularmente como «Rapa», resistiera a su destino encerrándose en la adicción con la que viene peleando desde hace cuatro años, mostrando con esa frase «Quien no me conoce, es porque no nació», que su cuerpo estuvo asentado en la comarca de la indiferencia, hasta que «Una señora me encontró, me invitó a cambiar mi vida, dije si Dios existe voy a probar, me costó mucho, hace tres meses que volví a dejar de consumir, no probé más alcohol y drogas, no le digo más cosas a las chicas, ahora me gano la vida, vendiendo cosas en los semáforos, hay quienes me esquivan, otros te saludan, pero la gente me ayuda», mostrando que es muy difícil reintegrarse ileso del calvario.
Existen casos especiales en que se vuelve siendo otro, como lo logró Mauro Gallo, un joven de Colonia Vignaud que después de padecer el infierno durante doce años, acompañado por su familia y amigos verdaderos, se aferró al deporte, ayudando a quienes sufren las pesadillas enclavadas por el sistema, para que puedan salir, «ellos son víctimas, no debemos discriminarlos, no tienen la culpa de haber caído en las adicciones, debemos acercarnos, insistir, acompañarlos desde el afecto, para que puedan lograr el no firme, es necesario el compromiso social», marcando el contexto social de quienes existen y ahogados gritan desde la oscuridad en soledad ante la mirada esquiva de quienes están convencidos que la realidad en la que vivimos es un problema del otro, como producto de la invasión mental que desde los medios masivos de comunicación nos imponen como cultura para el consumo, sin tomar conciencia como lo expresa el periodista Carlos del Frade, terminamos siendo «consumidores consumidos».
«No tuve un abrazo de mis padres, a los once años conocí el Poxiran, la nafta, el vino con pastillas, fui creciendo, empecé a fumar, porros, merca, estuve en Buenos Aires, conocí el paco, lo único que sentí que era uno más de ellos, no te importa nada. Nunca viole, nunca mate, pero nunca me enseñaron que no debía tomar lo que no es mío, me escapaba de la escuela, mi mamá me corría, me pegaba, llamaba a la policía que me seguía pegando, hasta hace poco», es la dura historia de su vida que va deshojando «Rapa», que es la historia de tantos adolescentes que a través de la represión policial siguen siendo disgregados en la nada para ser cruelmente devorados por los traficantes de la muerte ante la silenciosa mirada de las mayorías, frente a unos pocos que son capaces desde el amor, arrancarlos del sometimiento para devolverles la felicidad de vivir plenamente. «Voy a una iglesia, me aparte, volví a drogarme, ahora hace tres meses que no consumo, fui a pedir perdón a quienes les robe, no quiero volver a esa vida, hay gente que quiere verme bien, me ayuda, adopte como madre a quien me brinda un abrazo, mi familia me sigue corriendo, pego la vuelta, me voy llorando y pido que Dios los perdone» confiesa como una postal de tantas familias que vienen sufriendo los embates de las desigualdades, la discriminación, la violencia tanto intrafamiliar como institucional arrojándolas al olvido y el abandono sin poder diferenciar un abrazo de una cachetada.

La policía al servicio de la impunidad
«No estoy en contra de la policía, pero a veces te ofrecen cosas, plata, ropa, comida para que les digas quien está vendiendo. No soy yo el que tiene que averiguar lo que pasa en el pueblo, me tenían amenazado para que diga cosas, sino me pegaban», les cuenta a las chicas y chicos de los colegios secundarios, mientras desde el fondo una joven mujer con valentía se anima a denunciar que un hombre de unos 40 años le ofreció pasar drogas en la fiesta de fin de curso de los estudiantes, manifestando que siente mucho miedo al haberse negado, porque al hombre lo ve todos los días y no sabe a dónde recurrir.
«Nadie habla, hay miedo porque en la trama del negocio se hace palpable y visible que no hay narcotráfico sin vínculos entre nichos corruptos de la política y las fuerzas de seguridad», expresó el periodista Carlos del Frade. La única manera de enfrentar es denunciado como con valentía lo hace la joven para encontrar el apoyo necesario para que nade le pase a ella.
«Es en estas comunidades donde se encuentra la esperanza; saben que para vencer al miedo hay que juntarse para desde abajo presionar a la mala policía, para que el poder político defienda a pibas y pibes de estas localidades, para que se concreten lugares para el encuentro donde fluyan las palabras y las ideas. Movilizándonos vamos a derrotar al narcotráfico porque somos muchos más los que todos los días, maestras, trabajadores, mujeres y hombres le ponen una caricia para que chicas y chicos no sean explotados. Ahí está la esperanza que nos da la seguridad que le vamos a ganar al narcotráfico» dejó como esperanzador mensaje el autor de «Ciudad blanca, crónica negra. Postales del narcotráfico en el gran Rosario, Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires».
La significación del capitalismo es la significación de lo ilimitado de la producción, del consumo, de la vida, produciendo una orientación generalizada de la vida social con sentido desestabilizador, un sinsentido, donde todo enseguida queda viejo, anticuado, aburrido, sometiéndonos al consumo
La burguesía – sostendrán Marx y Engels - genera «Una revolución constante en la producción … un profundo cambio continuo en todas las relaciones sociales, de una incertidumbre y agitación permanentes (…) todas las relaciones durables y estables, con sus cortejos de prejuicios y de opiniones tradicionales resultan barridas (…) Todo lo sólido se desvanece en el aire en una ola incesante de imágenes y sonidos, en una promesa sin fin de sensaciones y de sentimientos pasajeros, una cacofonía ilimitada de energías y ruidos». 
Existe una constante promesa de sensaciones y sentimientos que son pasajeros generando la incertidumbre y agitación, desestabilizando las relaciones, ese sometimiento a una ola incesante de imágenes y sonidos como lo planteaba  Marx. Es el gran vacío que señala Mauro Gallo se siente y es aprovechado por los narco para introducir en el mundo de las drogas a quienes responden con descargas en el cuerpo o en los actos a través de lazos adictivos.
Los consumidores adictos necesitan del encuentro con la ternura de la mano de un sentido social comprometido para que recuperen la esperanza, pero además porque en nuestras localidades somos pocos y nos conocemos, es obligación de todas y todos manifestarnos, reunirnos en asamblea perdiendo el miedo para denunciar con nombre y apellido a quienes trafican, a los financistas, a sus cómplices, a quienes mostrando legalidad se mueven en la ilegalidad, para devolver la esperanza a las actuales generaciones y a las por venir.
Fuentes: Marx, Karl: El Capital. Citado por Beriain, Josetxo, en Voluntad de poder y aceleración social, en Fragmentos del caos. Filosofía, sujeto y sociedad en Cornelius Castoriadis, Cabrera, Daniel H. coord., Ed. Biblos, Buenos Aires, 2008.  Agencia de Noticias Pelota de Trapo y apuntes tomados por el autor de la nota de expresiones vertidas durante las jornadas «La Maraña de las drogas»

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