lunes, 8 de agosto de 2016

Arbolar para bajar la temperatura

En algún momento alguien que entendió que los arboles son objetos decorativos que si obstaculizan algún proyecto o la visión de las vidrieras comerciales pueden ser extraídos, permitió que muchos espacios del centro de Morteros quedara con escaso arbolado. Estamos ingresando a la época de plantación y se proyecta nuevamente un verano sin sombras en esos frentes.

Los veranos cada vez tienen temperaturas más elevadas, llegando a ser muchas de sus jornadas insoportables y el centro tiene un panorama más complejo al tener mayor concentración de habitantes por sus edificios altos y mayor movimiento por su área comercial. Las nuevas construcciones en su mayoría no cuentan con arbolado.
«Los aumentos de temperaturas lo atribuimos al cambio climático, como si fuera una fatalidad que no podemos evitar. Claro que podemos y debemos, porque mitigar las condiciones climáticas es cuestión de planificación y trabajo», expresa Cecilia Estrabou de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, quien al mismo tiempo sostiene que «Nosotros generamos estas condiciones, nosotros podemos revertirlas, pero la Municipalidad es actor central en esta tarea». 
La misma profesional considera que lo prioritario es forestar con especies que generan sombra, controlan temperatura y humedad, absorben contaminantes, proveen oxígeno y permiten la absorción de agua.
Cuando no hay árboles en las veredas se conforman radiantes de calor cementicio incrementando la temperatura según estudios realizados por la Universidad Nacional de Entre Ríos entre 4 y 9ºC en lugares sin árboles.
Los árboles producen sombra y oxígeno, y absorben dióxido de carbono naturalmente, ayudando a purificar el aire.  Además, se calcula que un grupo de árboles puede reducir la contaminación por partículas hasta un 13%, reteniendo en sus copas hollín, polvo y gérmenes ambientales.
Crear un plan de arbolado en todo el casco céntrico en cuyos frentes se encuentran con faltante, quizás provoque alguna dificultad para la visión de alguna vidriera, pero es un refugio del sol y del calor mitigando la falta de planificación del crecimiento de la ciudad, además de cumplir con lo recomendado por la OMS que es de tener un árbol por cada ocho habitantes.
Hay un viejo dicho que afirma que el mejor momento para plantar un árbol es 20 años atrás y el segundo mejor momento, ahora. 
Ese ahora debería planificarse en lo inmediato para disminuir el crecimiento de las temperaturas de los próximos veranos.

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