viernes, 6 de enero de 2017

Volvió a sonar el silbato

«Fútbol es cuando un niño ama a la pelota, la acaricia con las manos, la siente como algo suya, cuidándola y amparándola de todo destino» lo define Jorge A. Rodríguez, el DT que descubriera a Román Riquelme
El fútbol mueve pasiones, pero también mucho dinero, por lo que es el antro perfecto para que bajo su amparo, se desarrollen negocios sucios despreciables como lavado de dinero, tráfico de drogas y tráfico de influencias en el que intervienen notables personajes, dirigentes, empresarios, políticos, representantes de jugadores, jugadores de fútbol, agencias de publicidad entre otros
El fútbol además de ser un lucrativo negocio para quienes compran jugadores y equipos, los patrocinan o hacen apuestas en su nombre, es una de las vías por la que se lava dinero para dar legitimidad a las ganancias provenientes de actividades ilícitas.
Los clubes que son utilizados por dirigentes para hacer estos negocios dan un pésimo ejemplo al distorsionar los conceptos deporte y deportivo sobre todo entre los niños y los adolescentes, porque son negocios que afectan el desenvolvimiento de la sociedad y son causa predominante de enormes diferencias que causan hambre, miseria, pobreza, degradación humana, pero al mismo tiempo se enseña que para alcanzar una meta se debe transitar por lo ilegal, porque de manera paralela la droga salta al centro de la cancha.
El fútbol es un deporte muy popular y otorga un estatus especial a los aportantes de un club. Lo convierte en una celebridad y le ofrece posibilidades de hacer conexiones con las élites, pero más allá del prestigio social, atrae a los delincuentes porque es un negocio complicado de rastrear, donde las cifras son infladas facilitando el blanqueo.
El Grupo de Acción Financiera Internacional (Gafi) en sus informes sobre lavado de dinero en el fútbol señala la vulnerabilidad de los clubes por su administración poco profesional y precariedad financiera y el funcionamiento poco institucional de las ligas. No es solo un problema de nuestros clubes, pasa también en Brasil, Colombia, España, México y cualquier otro país donde haya un mercado para el futbol.
El Cártel de Medellín utilizó al Deportivo Independiente de esa ciudad para operaciones de blanqueo entre 1998 y el 2006. El magnate ruso Boris Berezovski se sirvió de la estructura del club brasileño Corinthians para borrar el origen de millones de dólares.
El Groupe de Action Financiere contra el lavado de dinero describe en un informe como un hombre de negocios, relacionado con clubes de nuestra región, adquirió un equipo de futbol y lo utilizó para atraer políticos y funcionarios de diferentes niveles de gobierno.
Ese mismo empresario junto a un ex gerenciador de Sportivo Belgrano fueron imputados por lavado de dinero en el fútbol, además de ser investigados por la causa de efedrina por la jueza Servini de Cubría.
Instituciones dedicadas a las actividades financieras vinculadas a causas judiciales por cambios de cheques a políticos, allanamientos de Afip por evasión, inspección de la UIF, entre otras acciones son ocultadas por quienes están en esas actividades de la misma manera que quienes no lo están, fortaleciendo las sospechas y el desprestigio de instituciones y dirigentes que no acompañan a la delincuencia, al narcotráfico y demás ilícitos como se repite en esta nueva denuncia formulada por Elisa Carrio en la que se vincula a entidades dedicadas al negocio financiero y el fútbol de nuestra región sospechadas de cambio de cheques y lavado de dinero.
Los clubes de nuestra región deberán poner en el centro de debate, si no es hora de volver a amar a la pelota, acariciarla, sentirla como suya para ampararla de todo destino, para que el deporte más popular vuelva ser un ejemplo de fraternidad deportiva, los clubes un espacio de contención contra los flagelos sociales y no el negocio de dos o tres.

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