sábado, 6 de marzo de 2021

Desviar las balas

La paz y tranquilidad de la noche en barrio Urquiza se vio alterada por la detonación de seis disparos de arma de fuego de los cuales uno impacto arriba de la ventana de una de las viviendas y otro en una planta, mientras que algunos de ellos dieron de lleno en el cuerpo de  un joven de 23 años que tendría domicilio en la ciudad de Rafaela, el que fue trasladado al Hospital «Dr. José Sauret» sin que su vida corra riesgo, cronicábamos sobre un hecho con arma de fuego que tuvo lugar sobre calle Chacabuco a metros de  Mitre en el corazón de barrio Urquiza de Morteros

Pero no es ese un hecho aislado, sino que es parte de una sucesión de acontecimientos que en los últimos tiempos se viven en diferentes sectores de la ciudad que en la mayoría de los casos tienen que ver con las drogas, en que la detonación de armas de fuego son parte de la cotidianidad, como lo está siendo los hechos violentos sin que exista decisión política por parte de las y los representantes del pueblo de resolver la problemática.

En barrio Sucre sobre calle Soler en los últimos meses del año pasado un joven sufrió cinco apuñaladas, en el inicio de este año en Bv. Belgrano esq. Mariano Moreno tuvo lugar un  hecho de violencia; dos enfrentamientos con arma blanca, uno en calle Caseros entre Rivadavia y Moreno en barrio Roca y el otro en la esquina de Suipacha y Sáenz Peña en barrio Sucre, en el mismo barrio en  Ituzaingo y San Lorenzo un joven de 23 años termino con heridas después de una agresión y ahora en barrio Urquiza un herido por disparos con arma de fuego para recordar los hechos que tuvieron más trascendencia, pero ocurrieron otros que no trascendieron, como parte del sistema de justicia que impone el sistema que viene copando espacios como ocurrió en otras ciudades que tienen en la actualidad un alto número de homicidios en muchos caso como producto de balas perdidas de estos enfrentamientos.

Morteros es una ciudad en la que la mayoría de sus habitantes se esfuerza para llegar a fin de mes, pero no está exenta de las consecuencias que viene arrastrando el viento neoliberal en la que la desocupación, la precarización laboral y el negocio del narcotráfico como parte de sus negativas postales cotidianas que hacen que se tenga que empezar a gambetear a las balas.

Los vecinos que indicaban que a la noche salen a tomar fresco, juegan las niñas y los niños, al disminuir ese día la temperatura por la lluvia de la mañana se encontraban dentro de las viviendas alcanzando a escuchar las detonaciones y al salir se encontraron con un joven tendido en el suelo, una camioneta que se daba a la fuga y una mujer que salía corriendo dejando su moto, narraban mientras mostraban donde impactaron las balas que por esas cosas del destino pegó contra  un árbol y otra un poco más arriba de la ventana en la que se encontraba una joven.

Las balas pegaron contra  la casa de una familia que realizan una gran esfuerzo para llegar a fin de mes, no pertenece a un determinado sector económico ¿Será esa la causa por la que el hecho no paso de ser la comidilla de la jornada? ¿Será esa la causa de la indiferencia social? Habrá que esperar que alguien de determinada familia reciba una bala perdida para que, como sociedad peticionemos activamente ante las autoridades para que tomen de una buena vez la decisión política de dejar de ser cómplices por omisión o por convicción de los mercaderes de la muerte.

Tal vez habrá que pedir que si lamentablemente llegase a ocurrir, esa bala impacte contra algún miembro de una familia empoderada en la sociedad, para que se genere la necesaria reacción, a los fines de que los concejales de ambas bancadas asuman  la responsabilidad de ordenar en representación del pueblo por intermedio de políticas y acciones que rompan con el negocio de la in seguridad en defensa de la vida.


Dejar de alimentar el negocio de la in seguridad

Es hora de poner sobre la mesa el debate sobre el sentido que tiene la inversión de 18 millones de pesos por parte del municipio en seguridad, cuando la in seguridad se acrecienta en la ciudad, mientras los negocios de los delincuentes de guante blanco y la construcción de impunidad impacta en las vidas adolescentes que cada vez con mayor facilidad acceden a un arma. ¿No será que la inversión en seguridad que realiza el municipio es para cuidar a quienes financian el  negocio?

Si en lugar de alimentar el negocio de la inseguridad, en lugar de sostener la ferocidad del sistema que pone un cuchillo en las manos para lastimar a otro o empuñar un revolver como consecuencia de la injusta dinámica social en la que viven quienes son protagonistas de esta película, en la que en algún momento cualquiera pasa a ser una víctima como consecuencia de una bala perdida. No sería más productivo invertir esos 18 millones de pesos para extirpar las causas y de esa manera construir paz, tranquilidad y seguridad.

Habrá que poner otras cosas en las manos de las personas, reemplazar esas pistolas y esas armas cortantes por otras cosas que tengan más que ver con la vida que con la muerte. Destinar esos 18 millones de pesos para lograr que la niñez, la adolescencia y la juventud tengan la opción de elegir en su vida cotidiana, pero no hacerlo desde el discurso para lograr que pongan  papeles en las urnas, sino desde los hechos, las cosas concretas, para que puedan decidir entre sueños y esperanzas significaría conformar seguridad.

Mientras no se oriente la política en ese sentido, las injusticias cada vez más grandes acrecentarán la violencia, entonces habrá que rogar que la próxima bala no pegue en algún lugar vital de quien es atacado y que las balas perdidas no ingresen por la ventana para impactar contra algún desprevenido vecino. 

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