martes, 11 de enero de 2011

Participar para construir el país por el que luchaban es el mejor homenaje

A 34 años del golpe de Estado

El golpe de Estado perpetrado el 24 de marzo de 1976, comenzó a gestarse el año anterior para instalar en nuestro país el neoliberalismo cuyas consecuencias sufrimos en la actualidad. El silencio y la desvinculación de la realidad es olvidar que se llevaron 30 mil vidas que luchaban por una sociedad más igualitaria.
Un proyecto económico y político neoliberal que comenzó a gestarse desde el gobierno de Isabel Perón, es implementado por los jefes militares a partir de septiembre de 1975 cuando acuerdan definir una estrategia clandestina que neutralizara y exterminara físicamente a los potenciales opositores, integrantes de sindicatos combativos, partidos políticos, organizaciones cristianas de base, organizaciones populares, cooperativas, agrupaciones guerrilleras.
La represión fue desarrollada con una perfecta planificación para aniquilar a través de secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones a quienes pensaban diferente, por lo que la guerra sucia y los errores no existieron. Fue una metodología aplicada desde el 24 de marzo de 1976 que apuntó a la impunidad de ese presente y del futuro para saquear y explotar al país, acompañados por muchos de los políticos que después de recuperada la democracia se rasgaron las vestiduras como paladines de la democracia, junto a un importante grupo de empresas multinacionales, la burguesía local, la burocracia sindical y la iglesia y el incondicional apoyo de Estados Unidos.
El golpe frenó el auge de las luchas que con una diversidad de visiones buscaban construir una sociedad sin explotadores, ni explotados, con más igualdad, que fueron eliminadas a través de la sistemática represión instaurando la dependencia económica y política que seguimos padeciendo.
La represión, la tortura, la desaparición, la muerte y el robo de bebés era justificado por el pueblo “Por algo será”, “En algo andaban”, sin llegar a visualizar que apuntaban a desaparecer a aquellos que significaban un riesgo para el modelo de concentración de la riqueza, de avance sobre las conquistas laborales, modelo de entrega de recursos naturales y de mayor endeudamiento de nuestra historia.
El saqueo y la desintegración, la destrucción de la capacidad productiva, el hambre, la pobreza y la marginalidad, impuesta por la dictadura fue consolidada en la década del 90 a través del aparato menemista que tanto daño le hizo al país promoviendo la concentración económica del capital industrial y financiero en las multinacionales afectando los resortes básicos del país como la energía, la banca y la industrialización, consecuencias que perduran hasta nuestros días.
La desnutrición infantil, el buen funcionamiento de los hospitales públicos, el acceso a una educación igualitaria, la generación de fuentes de trabajo sustentables, la represión policial, la devolución a los indígenas y campesinos de sus tierras, la nacionalización de la tierra, la impunidad, son algunas de las muchas asignaturas pendientes que tiene esta incipiente democracia representativa.
No podemos ignorar las fuertes presiones que existen tanto internas como externas en defensa de los intereses en juego para que el sistema concentrador y excluyente siga fortaleciéndose. Ante esto tenemos dos opciones quedarnos mirando como nos empobrecemos o participar en la reflexión y articulación de las organizaciones populares, reclamando por nuestros derechos poniendo fin a las injusticias y construir una sociedad cada vez más justa.
Por eso este 24 de marzo, a 34 años del golpe de Estado más sangriento de la historia, debemos en cada lugar dignificar la memoria, debatiendo y analizando los acontecimientos vividos, reflexionar sobre sus consecuencias y al mismo tiempo sobre el país que tenemos y el que queremos para que participando encontremos nuevos caminos y esperanzas para construir una verdadera democracia participativa, donde impere la igualdad de posibilidades basado en el respeto de los derechos de las personas.
Para construir ese camino debemos entender que la mejor herramienta con que cuenta el pueblo, para que el país que queremos se deje de generar solo en los discursos y se construya en las acciones, es la participación activa de todas y todos. La mejor manera de rendir homenaje a los 30 mil desaparecidos, es hacer realidad la sociedad por la que a ellos le quitaron su vida.
Miguel Peiretti
Director

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