martes, 5 de noviembre de 2013

Participación con compromiso por la democracia y la libertad

Hace treinta años terminó una dolorosa etapa en la que el Estado que debe ser garante de la dignidad humana se había convertido en su principal negador. Con miles de muertos y desaparecidos, una economía desbastada, el aparato productivo destruido, con una guerra provocada para perpetuarse en el poder, es decir con un país en ruinas, aquel 30 de octubre, millones de personas festejaron sobre esas ruinas, celebrando el haber ganado al miedo para con la democracia garantizar la dignidad de los habitantes para todos los tiempos.
Parecía que la consolidación de las libertades civiles, era un sueño difícil de alcanzar y que las dictaduras, los atropellos de las libertades públicas, los desaparecidos y la muerte era una pesadilla de la que no nos podíamos despertar. 
Raúl Alfonsín, apasionado, con una verborragia que contagiaba al entusiasmo y generaba la emoción en quien lo escuchaba, este hombre que recitaba al final de cada discurso el preámbulo de la Constitución como un rezo laico destinado a unir orígenes, edades, sexos y cualquier tipo de diferencia que entre los argentinos pudieran existir, consiguió el mayoritario apoyo de la ciudadanía, dando inicio a estos 30 años ininterrumpidos de democracia.
El 30 de octubre de 1983, con la elección de Raúl Alfonsín, el país comenzó a respirar un aire de libertad que no debimos confundir con la repentina y mágica solución de los graves problemas, pero sí ver en ella una puerta abierta para encararlos. Por primera vez en la Argentina hubo una generación que nació, creció y se hace adulta respirando ese aire, que perciben como natural, no como excepcional.
Vivimos tres largas décadas de duros aprendizajes, sembrados de obstáculos, con riesgos de retrocesos y amenazas de quebrantar las instituciones, aciertos y errores, donde la fuerza de la razón nos mostraron que democracia y libertad son inseparables para que las mujeres y hombres puedan realizarse como personas y ciudadanos libres
Alguna vez Max Webber escribió que en política solo consigue lo posible quien intenta una y mil veces lo imposible, hubo mujeres y hombres que ganaron la calle, con su propio capital cultural comenzaron a avanzar en la ampliación de derechos llenando de contenido a las instituciones, insistiendo una y otra vez.
La creación de la Conadep, el juicio a las juntas que fue doblegado con el punto final. Los silbidos en la Sociedad Rural Argentina, Semana Santa, Campo de Mayo, alguna oratoria antiimperialista, la defensa de los países no alineados contra los poderes globales entre otros hechos ocurridos en los primeros seis años, hizo que el Consejo de las Américas que con anterioridad ponía fin a través de golpes militares, esta vez con una estrategia comunicacional a través de sus siempre asociados, comenzaba a gestar un golpe económico a través de la hiperinflación generando la salida anticipada del gobierno de Raúl Alfonsín para poner en marcha el neoliberalismo de la mano de Carlos Menen, profundizado con Domingo Cavallo para eliminar derechos a los trabajadores, a la industria nacional, destruyendo el país para ponerlo de rodillas ante los grupos internacionales, hasta tal punto de generar en el pueblo el “que se vayan todos”.
La última década dejó atrás el elitismo de los noventa, farandulizaciones, pérdida de sueños, para dar paso a la recuperación de la lucha por la igualdad, único modo de batallar por la libertad. Las  presidencias de Néstor y Cristina Kirchner, estuvieron signadas por la recuperación del sentido nacional y de importantes derechos, por eso a treinta años de aquella primera elección que marcó el comienzo del difícil camino para la recuperación de la libertad, de la democracia y de las instituciones republicanas que deben garantizarlas, hoy se dibujan en el horizonte cuestiones centrales; cumplir con tareas aún pendientes, afrontar nuevos desafíos, neutralizar nuevas amenazas, e impedir los intentos de distorsionar el sistema. Por eso estos treinta años de democracia no deben ser recordados desde la nostalgia, sino desde la acción no solo política, sino ética comprometiéndonos en la tarea de pensar con sentido constructivo ante las nuevas amenazas.
A diferencia de lo que ocurrió a lo largo del siglo XX argentino, esas amenazas no proceden solo desde afuera del sistema democrático, ya no existen Fuerzas Armadas al servicio del poder internacional. El hecho nuevo es que también han comenzado a venir desde el interior, no se trata de instalar fantasmas, ni de cazar brujas, sino que al estar prevenidos de las amenazas que vienen de afuera, muchas veces no llegamos a ver las que surgen desde adentro, ya que en la actualidad el poder financiero internacional genera alianzas con los grupos mediáticos monopólicos y las agro empresas, creando de manera institucional, verdaderos golpes a la conciencia ciudadana a través de mensajes desalentadores hacia la recuperación de los derechos que conseguimos en los últimos años y que deben seguir ampliándose. 
No pretendemos alentar miedos, sino simplemente que se tome conciencia de los riesgos que existen de volver a épocas de entrega y sometimiento para conjurarlos mediante el ejercicio de las libertades respetando a las instituciones de la Constitución.
Frente a un gobierno que se animó a enfrentar al grupo mediático más poderoso de la Argentina que salvajemente domina, por insistencia, la mente de los ciudadanos para beneficio propio, después de negarse sistemáticamente durante cuatro años a cumplir con una Ley que después de ser consensuada con una amplia participación al pasar por una innumerable cantidad de audiencias, foros y discusiones, aprobada por oficialistas y una gran abanico de legisladores opositores, la declaración de constitucionalidad de la Corte Suprema de Justicia, es un triunfo de la democracia, de esta democracia, la que comenzó en 2003, por que es mucho más que una pelea entre el gobierno y el grupo Clarín, sino que significa el triunfo de la política sobre el poder económico internacional, el mismo que desde siempre interrumpió los procesos democráticos de toda la patria Latinoamericana.
La Democracia es de todos, se ha conseguido entre todos y se ha consolidado con el esfuerzo de todos, por eso los años de historia próxima deben resolver las cuestiones pendientes profundizando la igualdad y la justicia, para que la libertad no sea reducida a una palabra separada del ejercicio efectivo, porque no debemos olvidar que quienes trabajan para reducido intereses se llenan la boca mencionándola, pero no la respetan, ni practican la democracia, sino que la desvirtúan y destruyen valores como solidaridad y participación.
La mejor manera de honrar treinta años de democracia donde muchas son las deudas y los desafíos, es asumiendo como propias las luchas por los derechos que aún debemos conquistar y no quedarnos sentados viendo como pasa la carroza, mientras los de afuera y de adentro intentan apropiarse de las decisiones con el firme propósito de llevarnos nuevamente a ese país que regaló empresas nacionales estratégicas, que nacionalizó la deuda privada, que indulto a los genocidas, que expulsó a los jóvenes del país en busca de trabajo y destino. 
Participación y compromiso son la base para seguir construyendo democracia y libertad para la poder realizarnos como personas y ciudadanos libres.