viernes, 4 de diciembre de 2020

Naturalización del sometimiento

El día de la no violencia de genero contra el mujer, es una jornada para reflexionar sobre las causas y sobre todo para transitar en el camino hacia el desmonte del patriarcado, donde si bien desde el periodismo se puso a las luchas femeninas en agenda, tampoco debemos olvidar que el nuevo escenario comunicativo muchas veces transforma las circunstancias y los hechos en un show que naturaliza la sub ordinación de la mujer.

Que los medios cuenten la vida y ofrezcan narraciones, no significa que siempre sean el reflejo fiel de la realidad y menos aún significa que tengan legitimidad en la construcción de la agenda para el dictado de pensamientos y recetas que intentan constituir como  marco referencial de la interpretación de la realidad.

Si bien las audiencias no son entes pasivos, homogéneos, aislados de un contexto, no podemos dejar de poner de manifiesto que se atiende la visibilización de ciertos temas y se silencian otros.

En los temas vinculados a la violencia hacia la mujer, como así también en los temas relacionados a la igualdad de derechos se siguen sosteniendo mitos, estereotipos machistas con cargado sensacionalismo y morbo. Salvo excepciones de algunos medios que cuentan con periodistas especializadas en la materia, la mayoría da tratamiento a los temas de genero de forma banal, muy superficial e incluso repitiendo modos sexistas como reproductores de una cultura que se viene sosteniendo desde el siglo XIX o desde antes, como lo expresa, Helena Neves: «es la continuidad debidamente adaptada al paso del tiempo, de modo que garantice la eficacia del control.»

La utilización de la mujer como una cosa en los productos comunicativos ya no es solo propiedad de los medios tradicionales, sino que también los nuevos soportes  son amplificadores de viejos estereotipos de lo femenino y lo masculino. Es esto violencia simbólica hacia la mujer desde los medios y las industrias culturales que agreden a las mujeres y las niñas dejando marcas. La violencia simbólica hacia la mujer es la reproducción de un discurso sexista, patriarcal, misógino para presentar la realidad con prejuicios y estereotipos en el proceso social de los ámbitos productivos, reproductivos, como así también en la base de la estructura económica que conforman lo social y cultural.

Los discursos siguen construyéndose desde la utilización de herramientas y mecanismos concebidos sobre que la mirada masculina es la única posible o generalizando a toda la humanidad y a partir de ahí se asocia a roles, concepciones, valores que naturalizan la sub ordinación de las mujeres desde el apoyo de mitos y representaciones que terminan siendo referentes de la movilidad social.

Esa construcción del discurso, no es abordada con profundidad a la hora de abordar la violencia machista a pesar que cada vez abarca más espacios. Existen varios decálogos para aplicar buenas prácticas en los medios de comunicación para des construir el discurso patriarcal, pero no son utilizados.

La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de 1995, denominada Plataforma de Acción de Beijing, es el programa más ambicioso sobre derechos de las mujeres y las niñas que existe en todo el mundo. Supone una de las hojas de ruta más importantes para alcanzar un derecho humano fundamental: la igualdad de género, una de las metas incluidas en la Agenda 2030, en el capítulo D, Artículo 118 califica a la violencia simbólica como violencia contra la mujer al expresar: «La violencia contra la mujer es una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres, que han conducido a la dominación de la mujer por el hombre, la discriminación contra la mujer y a la interposición de obstáculos contra su pleno desarrollo. La violencia contra la mujer a lo largo de su ciclo vital dimana esencialmente de pautas culturales, en particular de los efectos perjudiciales de algunas prácticas tradicionales o consuetudinarias y de todos los actos de extremismo relacionados con la raza, el sexo, el idioma o la religión que perpetúan la condición inferior que se asigna a la mujer en la familia, el lugar de trabajo, la comunidad y la sociedad». 

La violencia simbólica no se ejerce solo desde la publicidad utilizándola como objeto sexual, sino también cuando desde las noticias se las reduce a víctimas, se las ignora o se espectaculariza desde el machismo la información.

También se ejerce violencia simbólica cuando se difunde una canción que grita que la castiguen o cuando se promociona el físico perfecto o peor aun cuando se tratan temas sin voces y opiniones de las mujeres.

La violencia simbólica, al igual que otras formas de violencia es una forma de ejercer control sobre la mujer, pero tiene la particularidad que al ejercerse desde los medios de  comunicación se contribuye a la naturalización del sometimiento que hace que se legitime socialmente la relación jerárquica de poder del hombre sobre la mujer, causa por la que muchas mujeres tienen pensamientos muchas veces más patriarcales que el hombre.

Con esas prácticas los medios de comunicación se transforman en factores que contribuyen a que se perpetúe la violencia, que perjudica a la comunidad en general, y en particular a las niñas y las jóvenes.

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