jueves, 28 de octubre de 2010

Participando fortalecemos la democracia

Desde el 30 de octubre, hasta el 10 de diciembre viviremos cuarenta días de recordaciones de un acontecimiento que marcó la vida de los argentinos. Dejábamos atrás el feroz sometimiento del proceso militar más violento de la historia, configurado por la muerte y las desapariciones del propio pueblo argentino.

El 2 de abril de 1982, en una estrategia quizás política mas que militar, jóvenes fueron sometidos en Malvinas para dar inicio a una guerra perdida. Esas vidas que quedaron en nuestro Sur y el sacrificio de quienes pudieron volver, fue los que nos abrió las cajas de cartón para iniciar el camino democrático que venimos transitando desde hace 25 años.

Ya sin autoritarismo, desde 1983, los ciudadanos tenemos la posibilidad de ejercitar el pluralismo, la tolerancia y la convivencia, más allá de la deuda que los gobiernos tienen para con la democracia.

Más allá de las múltiples insatisfacciones personales de la vida cotidiana, esta forma de gobierno es lo mejor que nos puede estar pasando, porque una cosa es la democracia y otra son los gobiernos. Estos pudieron ser malos o regulares, pero no es por causa de la democracia en sí, ya que como toda herramienta, depende de cómo se la utilice.

El desorden, la desilusión, la marginalidad, el desempleo, la mediocridad, la mentira, la corrupción, por mencionar algunas, es la obra de dirigentes que en algunos casos no supieron, en otros no pudieron o no quisieron desarrollar para ir saldando las deudas de la democracia argentina. Pero esto no es solo obra de los políticos, sino también de una gran parte de la dirigencia sindical, militar, eclesiástica, empresarial, rural, que por voracidad económica obstaculizan el desarrollo de la República, pidiendo leña, sangre y muerte para alcanzar la paz, porque para muchos depositarios del monstruo argentino vividos desde 1976 en el fondo la democracia es un sistema insoportable que le pone límites.

Gran parte de la sociedad, considero que no asumió con plenitud el concepto de democracia, ya que prefieren delegar, sin participar, sin ejercer control. En lugar de transformar la indignación en participación, mayoritariamente prefiere desentenderse, quedando en la simple crítica generalizada de la clase política.

Las deudas que la democracia tiene se salda con más democracia, construyendo partidos más fuertes, entidades participativas y abiertas, donde cada ciudadano ejerza el control de las políticas para impedir la extralimitación de poderes, para imposibilitar la impunidad, igualar oportunidades y hacer que sea el motor de la inclusión social y el desarrollo económico con justicia de distribución.

La nuestra todavía no es una democracia real, es solo formal, donde se promete pero no se cumple, se hace pero se roba, se juzga pero no se condena, se vota, pero muy pocas veces se elige porque se compran y se venden voluntades, se dice representar al pueblo y terminan representando intereses sectoriales, se postula la voluntad de dar posibilidades a quienes menos tienen y se favorece a los más poderosos.

Entender que el remedio de estos males que nos aquejan está en manos de cada uno de nosotros y no de nadie en particular que mágicamente venga a solucionarnos todas estas cuestiones, es defender la democracia.

Democracia, no es solo votar cada cuatro años, es nuestra capacidad de revelarnos racionalmente, es el respeto a la opinión del otro, es exigir que los funcionarios públicos estén al servicio del pueblo, es el asumir el compromiso de participar activamente para que las políticas estén al servicio de todos y no de intereses particulares o sectoriales.

A 25 años de haber recuperado el mejor sistema conocido para el desarrollo de la vida en sociedad, la mejor forma de celebrarlo es todos juntos tomar conciencia que somos nosotros mismos los constructores de nuestro propio destino, valorándola, cuidándola y defendiéndola para mejorarla con un rol activo y no delegando en otro nuestra propia responsabilidad para el cumplimiento de las deudas que la misma mantiene con gran parte de la ciudadanía.

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