viernes, 16 de noviembre de 2012

El individualismo antes que la construcción colectiva

Es importante que la gente se manifieste, porque eso significa que vivimos en un país libre, donde el miedo dejo de apoderarse de nosotros, pero cuando se sale a la calle por situaciones individuales,  y más aún cuando quienes convocan lo hacen desde el anonimato como lo son los grandes grupos de poder hegemonizados por una lógica política de las clases dominantes, con el tiempo terminan disolviéndose, porque justamente el motivo que los llevó a la calle es algo individual, no es por una construcción colectiva.
Por eso manifestarse en defensa de intereses personales, no aportan al logro de una sociedad con mayor equidad, porque la felicidad de un pueblo solo se logra pensando y construyendo de manera colectiva.
No es lo mismo reclamar por la eliminación a las restricciones del dólar que demandar satisfacción de empleo, salario y condiciones de vida digna, de igual modo, no es asimilable la demanda política por libertad de mercado, disfrazada de libertad de expresión para promover los objetivos de liberalización económica según el imaginario hegemónico de la década del 90´. También aparece la cuestión de la inseguridad personal, un tema estructural proyectado por el capitalismo orientado a la extensión del delito como forma de producción del negocio de las drogas, las armas, la trata de personas entre otros.
Esas iniciativas políticas, como la del 8N, nada aportan al bienestar de los de abajo, más bien los perjudica, por eso importante sería, si en lugar de manifestar porque no se puede comprar un par de dólares o porque se perdieron algunos privilegios, se marche por la mega minería, para que no sigan asesinando a los pueblos originarios que son desalojados para avanzar con la patria sojera, para que se profundice la justicia social, para que se castigue a los explotadores que pagan salarios de hambre en negro y sobre todo para que los grupos financieros internacionales dejen de ejercer presión sobre la política argentina para llevarse el producto del trabajo en lugar de ser distribuido en el pueblo.
Manifestar dejando las mezquindades, el individualismo, la desesperanza, el odio, haciéndolo con ideas y propuestas anudadas de manera colectiva con formación crítica para que tengan incidencia y repercusión política nos permitiría avanzar hacia la victoria.
Considerando que los reclamos por ser individuales no llegan a conformar una demanda por, como lo expresa Ernesto Laclau, que el 8N no era una demanda porque para serlo necesita tener reivindicaciones precisas, pero se articula en el interés de los principales empresas de comunicación que se sienten afectados por la nueva legislación de desmonopolización y sectores políticos e ideológicos favorables a una política de alineamiento a la política exterior de de Estados Unidos y los organismos internacionales que sueñan con el regreso a las políticas neoliberales menemistas.
Una manifestación sin entender la práctica política en términos de poder, de acumulación política y económica de poder, exigiendo derechos individuales sin entender que a la democracia liberal hace rato que se la comió el capitalismo, no será posible construir algo que genere frutos a futuro. Si no se entiende que la discusión sobre la aplicación de la ley de medios audiovisuales es mucho más profunda que los intereses en particular del grupo Clarín, sino que se discute el poder democrático frente al poder golpista en Argentina, hoy ya no canalizado a través de los grupos militares, sino que los grupos financieros internacionales asociados a las empresas agro exportadoras junto a los grupos mediáticos intentan quedarse con el poder para saquear a los países como ocurrió recientemente en Paraguay e intentaron lo propio en Venezuela, Ecuador y Bolivia, al igual que lo padeció Alfonsín en 1989, para imponer el neo liberalismo que estos grupos movilizando a través de acciones como el 8N intentan restaurar.

Es obvio que al perder privilegios no se acuerde con muchas de las medidas implementadas por el gobierno nacional, y es justo también que al no contar con partidos políticos que sean capaces de expresar el sentimiento del pueblo que no acuerda con el proyecto nacional y popular, este reclame, pero de ahí a salir a manifestar para acompañar a los grupos financieros internacionales que desde la sombra emiten mensajes para desestabilizar el sistema democrático sin respetar la decisión soberana de las urnas, es construir el propio fracaso y el del conjunto de la sociedad.