Defender la lechería es defendernos a nosotros mismos

Mientras al productor lechero le bajan el precio, a los transportistas no le aumentan las tarifas, el consumidor paga los productos lácteos cada vez más caros, con una abultada ganancia para las industrias y sobre todo para la cadena de comercialización, que en el caso de las cadenas de supermercados en los quesos se quedan con un margen liquido de alrededor de un 120 %,  con la leche fluida ganan cerca de un 60 %, al igual que con el yogurt que ganan alrededor de un 80 %. Es un oligopolio que sigue teniendo vigencia como parte de la política neoliberal implementada en los noventa que aún no fue tocado.

Los industriales utilizando los mismos argumentos que sostenían en las primeras décadas del siglo XX, cuando los tamberos resolvieron defenderse, fundado cooperativas, dicen que están obligados a reducir el precio por litro de leche que pagan en tranquera como consecuencia de la caída de los valores internacionales, pero al mismo tiempo entre líneas dejan entrever que esperan que el gobierno devalúe, al encontrarse con los depósitos abarrotados de mercadería esto les significaría una escandalosa ganancia, mientras al productor lo ahogan.

El 75 % de los productos lácteos que se elaboran se venden en nuestro país con valores cada vez más elevados para el consumidor, por lo que al bajar el precio de la totalidad de la materia prima al tambero por la caída del valor internacional, de acuerdo a las escalas que utilizan el consumidor debería estar pagando por el kilo de queso entre 30 y 40 pesos, pero esto no es así, exprimen tanto al productor como al consumidor y a quienes prestan servicios le imponen valores de hambre, acorralando a los de abajo a través del endeudamiento para hacer que desaparezcan y quedarse con todo, mientras los proyecto de ley para regular la actividad siguen durmiendo en el Congreso de la Nación.

Los productores tamberos para poder sostener la actividad necesitan cobrar algo más de 4 pesos por litro, los transportistas recolectores de leche necesitan un 31,50 % de ajuste, los trabajadores lecheros que perciben un salario más o menos digno representan el 10 % del valor del producto terminado en fábrica, mientras según un relevamiento de la Asociación de Empleados de Comercio de Rosario en la Argentina el producto como manteca, crema de leche, yogur, dulce de leche se paga, al tipo de cambio oficial, más caro que en Estados Unidos, Inglaterra, España o Brasil, significando que lleguen a la góndola con entre un 600 y 700 % más de esos iniciales tres pesos, quedándose la industria con entre un 250 y 300 %.

Si el nivel de ganancias líquida de la cadena de supermercados se llevara a un 7 %, que es el porcentaje que ganan en el resto de los países, aseguran que el tambero cobraría lo que corresponde, los prestadores de servicios no trabajarían a perdida y el consumidor tendría mejores precios. Para generar una justa distribución es necesario que el gobierno nacional de manera decisiva intervenga a través de una ley que fije las pautas, hecho que viene siendo postergado desde hace años.

Tomar conciencia que la lucha emprendida en forma conjunta por Apla, Atlara y Atilra, no se trata solo de defender el precio para el productor, sino que va mucho más allá, es defender la economía de cada uno de los habitantes de la cuenca lechera, es defender el sostenimiento de comercios, industrias, actividades profesionales para que nuestras comunidades no sean transformadas en fantasmas. 

Terminar con el destructivo saqueo empresarial que vienen concretando un grupo de siete u ocho industrias que manejan el 80 % de la producción láctea y cuatro o cinco cadenas de supermercados, es sostener a la pequeña y mediana empresa láctea, evitar la desaparición de los tambos principal fuente económica del centro del país y no permitir que se lleven puesto a nuestras colonias, ciudades y pueblos. 

Apla, Atlara y Atilra generaron una oportunidad histórica, de nuestra acción directa depende que el gobierno nacional tome la decisión y los gobiernos provinciales se sumen para romper con los monopólicos manejos para derramar una verdadera distribución.